El Papa de Las Bellezas

En cuanto despert el duque, p sose toser como un desesperado. Del tabaco. Se lo dec an los m dicos. Veneno lento. Le causaba tos, anginas, palpitaciones card acas y trastornos visuales. Lo cual desaparec a as que fumaba menos por tres cuatro d as dejaba de fumar. Sac un cigarrillo de su pitillera de piel de cocodrilo, y lo encendi . Al diablo la higiene y los doctores Hombre pues tendr a que ver... Estos parec an preocuparse nicamente de descubrirle aspectos perniciosos cuanto hace la vida llevadera: el vino, el juego, las mujeres, el tabaco... Cuatro elementos sin los cuales l se habr a pegado un tiro. Y no porque el eximio duque de Puentenegro, heredero de cien nobles que lucharon en Flandes y en Italia, y que ten an llena la hispana historia con la gloria de sus nombres, dejase de ser un grande aficionado altas empresas, sino porque las altas empresas, dignas de los grandes, hab anse agotado en el ambiente democr tico actual. Qu , meterse l, Hip lito, tal que sus hermanos y tantos otros, minero, ganadero, productor de vinos, fabricante de az car fabricante de papel, ni m s ni menos que cualquier burguesete pelagatos? Bah ... La misi n de un pr cer, trav s de la presente plebeyez insoportable, debiera ser, y nada m s, pasearle al mundo por las cochinas narices democr ticas los faustos de su estirpe. As hab a l venido realiz ndolo siempre, siempre, desde el primer albor de juventud, para haber logrado esta insuperable fama de mundanidad y de elegancia, mal que bien, todav a prendida en el chic de su mon culo, do sus polainas blancas, de su pantal n arremangado y de su flor azul en el Hojal.