La muerte tiene los días contados

UN POEMARIO QUE NO TIENE SUS D AS CONTADOSVastamente reconocido por el p blico lector y la cr tica especializada, el poeta chileno Mario Mel ndez fue hace tiempo consagrado como una de las mejores voces actuales de la poes a latinoamericana.Su trayectoria -pese a su juventud- abarca un nutrido arsenal de t tulos que ratifican por derecho propio lo se alado en el p rrafo anterior. Y no es poco el significado de un hecho concreto: el que un poemario como La muerte tiene los d as contados haya alcanzado la cuarta edici n, nos muestra el inter s y la aceptaci n que su autor despierta en lectores de diferentes latitudes.No en vano este libro ha recibido el elogio de diversos y destacados autores, entre ellos el gran Nicanor Parra, quien a lo largo de su siglo de vida ley y escuch una vasta gama de trabajos po ticos, pero quien ante la obra de Mel ndez no dud en manifestar, en su momento: " Caramba Hace tiempo que no le a un texto que se sostuviera por s solo", expresi n que se ala el impacto que espera al lector al recorrer las p ginas siguientes. Qu sostiene erguido a este poemario de Mario Mel ndez, tal como lo declarara el autor de los famosos Poemas y Antipoemas? Qu har que siga de pie, seg n pase el tiempo, seg n ser f cil de advertir ya desde la primera lectura? Las razones son varias y entre las fundamentales, encontramos la innegable calidad de los trabajos que aglutina el autor bajo este t tulo: se trata de una obra de impecable unidad estil stica, una que ha sabido reunir en una voz inconfundible y ya propia de Mel ndez las decantadas influencias de autores latinoamericanos, estadounidenses y europeos, actuando como una original s ntesis de esa polifon a. El manejo maestro de los recursos literarios que exhibe el autor le permite trasmitir a la sensibilidad y al intelecto del lector, simult neamente, el sentimiento y la idea, la emoci n y el concepto, con una innegable capacidad por parte de Mel ndez para encontrar la expresi n justa y ubicarla sabiamente en el contexto, reforzando su intensidad particular al tiempo que potencia lo general del poema. Repetido este logro a todo lo largo de la obra, el conjunto posee una fuerza expresiva que se destaca por s misma y, curiosamente, aparece como uniformemente distribuida en todo el continuo del poemario. Se alable caracter stica, pues no es habitual que un poemario de cierta extensi n, como el que nos ocupa, acuse tan marcado equilibrio escritural. Se trata de una po tica sin altibajos -los esperables incluso en autores de todav a m s dilatada trayectoria y tiempo en el oficio que Mel ndez y notoriamente consagrados- que sorprender , tambi n por esta peculiaridad, a quienes se aventuren en sus p ginas. LUIS BEN TEZ