Yo, el acusado

Me llamo Călin. Y en la comunidad rumana de Houston el mundo me conoc燰 como un hombre tranquilo, alegre y con una sonrisa en los labios. Pero, eso fue hasta que toda la comunidad y m嫳 all?qued?conmocionada despu廥 de que mi hija Alesia publicara una carta en Internet. Su declaraci鏮 se hizo inmediatamente viral, con una gran repercusi鏮 en s鏊o cuatro d燰s. Ahora, yo, como v獳tima del ataque, reivindico mi identidad y les contar?una historia sobre el trauma, la trascendencia y el poder de las palabras. Luchando contra el aislamiento y la vergnza, despu廥 de la agresi鏮 y durante las demandas interpuestas, revelar?el rostro de las v獳timas de la injusticia incluso en casos en los que las pruebas forenses son claras y hay testigos.
Creo que este libro transformar?totalmente la forma en que vemos el acoso, desafiando nuestras creencias sobre lo que es aceptable y hablando en voz alta sobre la tumultuosa realidad. Espero que, al entrelazar dolor, resiliencia y humor, mis memorias se conviertan en uno de los cl嫳icos modernos escritos desde una realidad contempor嫕ea. En un momento en que se critica a las memorias por irrelevantes y excesivamente introspectivas, les recuerdo que merece la pena contar nuestras historias, que los nombres y las vidas ligadas a esos nombres importan.
Cuando decid?escribir, hace ya alg tiempo, supuse que ser燰 posible que mis lectores se formaran todo tipo de opiniones sobre m? que me quisieran o no, que me aprobaran o no, que me entendieran o no, que me quisieran o no.... He asumido todo lo que podr燰 haber resultado de mi valent燰 al exponer mis sentimientos, mis pensamientos m嫳 璯timos y mi forma de ver los acontecimientos de la vida.

Los chistes, el humor y la iron燰 son las cosas m嫳 serias de la vida. Para que 廥tas cobren vida se requiere un considerable esfuerzo intelectual; las otras, el drama, la tragedia, las situaciones graves o la precaria situaci鏮 econ鏔ica de algunos, vienen solas; aqu?se necesita una buena pluma y una mente laboriosa.
El viejo Shakespeare siempre fue de la opini鏮 de que "el destino de un chiste no depende de la boca que lo cuenta, sino del o獮o que lo escucha".

As?que, en este caso, espero que me oiga todo el mundo (empezando por mi mujer), que me se鎙len con el dedo (preferiblemente con el dedo coraz鏮), que no me contesten al saludo y, posiblemente, perder a mi timo amigo. As?que, para evitar una peque鎙 parte de la incomodidad que, conscientemente o no, he asumido, he empe鎙do mi mejilla en una f墎rica de zapatos.

Calin Pintea